El Camino Internacional

Sanidad

La voluntad de Dios

Éxodo 15:26:
…yo soy Jehová tu sanador.

Salmos 30:2:
Jehová Dios mío, A ti clamé, y me sanaste.

Salmos 103:3:
El
[Dios] es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias.

Jeremías 30:17:
Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová….

III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

La Palabra de Dios sana

Salmos 107:20:
Envió
[Dios] su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.

Proverbios 3:1 y 2:
Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos;
Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán.

Proverbios 4:20-22:
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;
Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.

Los logros del Jesucristo

Isaías 53:5:
Mas él
[Jesucristo] herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Juan 10:10:
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo
[Jesucristo] he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Hechos 4:10:
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.

1 Pedro 2:24:
quien
[Jesucristo] llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Ejemplos de sanidad

Mateo 4:23 y 24:
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.

Mateo 8:14-16:
Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.
Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos.

Mateo 9:35:
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Mateo 20:30-34:
Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Marcos 5:25-29,34:
Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Y él le dijo: Hija, tu fe
[creencia] te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

Lucas 6:17-19:
Y
[Jesús] descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados.
Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.

Lucas 7:2-10:
Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos
[judaítas], rogándole que viniese y sanase a su siervo.
Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto;
porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga.
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe
[creencia].
Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

Lucas 7:12-15:
Cuando
[Jesús] llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.

Lucas 9:1 y 2,6:
Habiendo
[Jesús] reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

Hechos 3:2,6-8:
Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

Hechos 9:33 y 34:
Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.
Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó.

Hechos 9:36 y 37,40 y 41:
Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.
Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

Hechos 10:38:
cómo Dios ungió con el Espíritu Santo
[espíritu santo] y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Hechos 14:8-10:
Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado.
Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe
[creencia] para ser sanado,
dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.

Hechos 19:11 y 12:
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,
de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

Hechos 28:8 y 9:
Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó.
Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran sanados.